DIARIO DE UN VIAJERO: DE BESOS, CIRCO Y MAR
Gustavo De La Peña Aviles
Advertencias
a considerar antes de que inicie la obra: empacar ligero, desconectarse del
mundo exterior y estar listo para entrar al escenario, así como cuando éramos niños
y teníamos que dar el salto de la pequeña baya al momento en que el maestro de
ceremonias o el payaso te seleccionaban para pasar al centro de la pista del
circo. Pero en “Diario de un viajero”, los dos clowns no solo nos llevan a la atmosfera
multicolor del espectáculo, sino que también nos sumergen en el mar, en esa
costa caribeña a la que tantos boleros le han dedicado.
Daniel
Goiz y Robert Spin nos invitan a seguir viajando, a volar para poder ver desde
arriba las siluetas y texturas del mundo, la copa de los árboles y el constante
movimiento del agua, de las mareas, que son muy parecidas a los cantos de las
tribus perdidas. Hay que volver a ser niños para no cansarnos en este recorrido,
en el que sin querer llegamos al momento del primer beso, que para unos fue vergonzoso
y para otros de lo más lindo y tierno, pero sin duda inolvidable. Y así no los
deja saber uno de ellos, que abre su diario y pícaro narra ese instante en el
que sin querer le robo un beso a una compañera de la secundaria
¡Accidentalmente! Pues sin tenerlo planeado terminaron tocándose sus labios.
Pero
para esto, ninguno de los dos interpretes ha dejado de coquetear con el público,
manteniendo durante toda la obra un dialogo abierto con los asistentes a los
que cuestionan como se encuentran, si están contentos y en menos de un abrir y
cerrar de ojos han puesto en escena un pequeño grupo de chicas y grandes que bailaron
imitando a los barcos en altamar y que tanto me hizo recordar las melodías y
cuentos de Cri-cri, como aquella de “La negrita Cucurumbé, se fue a bañar al
mar, para ver si las blancas olas, su carita podían blanquear…”. Esas mismas canciones
con las que miman y arrullan las mamás y con las que tal vez también bailan los
muñecos de fieltro, como el mago de traje azul que camina por el escenario, y
del que debemos de estar a la espera de que saque de su sombrero de copa alta
una paloma, un par de pelotas o un ramo de flores para ese amor al que el
primer beso queremos entregar.
Áthros
Danza logró abrir las páginas de ese diario de la infancia en el que se van
guardando risas, devociones, decepciones y lágrimas.
DIARIO DE UN VIAJERO
Coreografías: Daniel Goiz y Robert Spin
Intérpretes: Daniel Goiz y Robert Spin
Vestuario: Robert Spin
Edición de video: Daniel Goiz
Producción: Áthros Danza
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